domingo, 22 de noviembre de 2009

Amor a la verdad y el conocimiento

Amor a la verdad y al conocimiento

“Es necesario desarrollar y vivir el amor a la verdad y al conocimiento como una aspiración natural más allá del entorno cultural y religioso. El amor a la verdad parte de la legítima aspiración por desarrollar el propio discernimiento y comprensión del mundo y de uno mismo”.

(Declaración de principios en torno a una ética universal)

Hablar del amor a la verdad es hablar de una de las inclinaciones más naturales que más nos definen como seres humanos, tan natural como el impulso de orientación que hace crecer a las plantas hacia la luz.

Todo ser humano ama naturalmente la verdad. Nadie quiere caminar por la vida a ciegas sin distinguir ni reconocer la verdadero de lo falso o, cuando menos, lo que nos hace bien de lo que nos daña.

Una de sus expresiones más elementales es la necesidad de autenticidad, el rechazo de lo falso, de lo que a veces con medias verdades tiene como intención el engaño. Sinceridad, autenticidad, fidelidad a la verdad son valores sobre los que se alzan pilares sólidos en la construcción de la sociedad y de uno mismo.

En un nivel más profundo, se manifiesta como la necesidad de caminar por la vida con sentido y con coherencia. De alguna manera, es cierto que despertamos a un segundo nacimiento interno cuando surge en nosotros la necesidad de sentido.

El amor a la verdad lleva consigo el deseo de saber y aprender. Es amor al conocimiento como proyección de la natural curiosidad del niño y de su no menos natural capacidad de asombro, que busca comprender el mundo, indagarlo, experimentarlo, a la vez que se descubre a sí mismo. Este impulso es natural reflejo de la necesidad de autonomía que trata de llevarnos a nuestra propia realización humana en libertad, dotándonos de discernimiento y criterio. Es el despertar de la razón que, como guía interna, trata de permitirnos vivir con profundidad y sentido, alejándose de la simple sumisión ciega a unas fuerzas, ya se entiendan “naturales o “sobrenaturales”.

El que ama intensamente, busca la verdad y no se conforma con la ausencia de respuestas, ni con la incapacidad propia para encontrarlas, no se resigna y en su empeño trata de superar sus limitaciones.

Ciertamente, como diría Sócrates con tanta insistencia, el problema no es la ignorancia, sino la falta de interés por saber; no es no poseer alguna certeza, sino la carencia de impulso hacia ella, pues este abandono nos pone a merced de la esclavitud de la ignorancia y sus mercaderes. Cuando al ser humano se le anula su natural tendencia hacia el saber (que muestra la necesidad de querer valerse por sí mismo), ciertamente se le esclaviza en la peor prisión, la de la oscuridad mental, la ignorancia. Pero, continuando con Sócrates, la forma más grave de ignorancia no es la del que no sabe, sino la de quien carece de interés por aprender (ya sea por sumisión, pasotismo o vanidad de creer que uno ya sabe lo que hay que saber).

Falso es también el amor a la verdad que se manifiesta como una actitud contemplativa en la lejanía y no se expresa en un impulso de conquista y completura que nos mueve a la aventura, a la conquista de lo que amamos y que nos falta.

¿Una amada real o imaginaria? Convicción y fanatismo

Pero ¿existe la verdad? Y si existe, ¿dónde está, dónde se esconde? ¿No será que cada uno se inventa su “amada ideal”?

Por desgracia, la tendencia a extremismos nos ha enfrentado muchas veces en una falsa dialéctica entre relativistas, que proclaman que no hay nada cierto, que todo es relativo, y los defensores de la verdad absoluta. Ante la inmensidad de “lo desconocido”, ante la aparente imposibilidad de obtener respuestas para las más profundas interrogantes, tanto la fe ciega como el escepticismo radical anulan el impulso humano de amor a la verdad.

Cierto es, y bueno es reconocerlo, que las propias limitaciones como seres humanos nos darán siempre visiones parciales, incompletas, a veces distorsionadas de la realidad, pero nuestro propio sentido común nos muestra, en lo que podemos observar de ese mismo mundo, un orden, unas leyes, que mantienen la armonía y el ritmo que percibimos en el universo. Ese orden celeste y vital nos sugiere un sentido y una finalidad. Es de la intuición de ese sentido de lo que se alimenta el amor a la verdad. Quien cree que todo es relativo y que nada tiene ni profundidad ni sentido no anhela comprender ni alcanzar nada, pues permanece ciego al orden y al impulso de la vida que subyace en toda la naturaleza. Nos toca, eso sí, aventurarnos en su busca sin acomodarnos en dogmatismos que nos impidan dudar o poner a prueba nuestras propias creencias.

La meta de todo conocimiento último es la de poder ofrecer un modelo coherente que nos explique la vida, una cosmovisión en la que todo lo que observamos y vivimos tenga sentido, abarcando todos los aspectos del ser y la existencia, desde el nacimiento de una estrella a la sonrisa de un niño o el porqué y para qué de la muerte.

Sin embargo, tal conocimiento no parece ser patrimonio de nadie y cada época recrea un nuevo paradigma que se alza como “definitivo”. Solo el reconocimiento de nuestras limitaciones nos permitirá entender nuestras interpretaciones como aspectos o reflejos de esa razón o logos universal que, en la medida en que busquen complementarse, podrán ir alzándose a una visión más global, aunque para muchos nuestra pequeñez es razón suficiente para el abandono en el escepticismo radical que a nada aspira, o el fanatismo que a todos quiere imponerse.

Frente a ese fanatismo, carente de ideas pero sobrado de miedos, basado en posturas rígidas e intolerantes alimentadas por la ignorancia, no debemos oponer ese otro extremismo escéptico, sino la saludable convicción, que se abre paso para ir integrando en nuestras vidas aquellas ideas, valores, conocimientos y experiencias válidas que van tejiendo, como un todo, nuestra visión de la vida y de nosotros mismos. Pero la convicción, en contra de la fe ciega, es elástica, se renueva y alimenta cada día con ideas nuevas, no es inmovilista, no teme pensar ni dialogar, pues ama la verdad venga de donde venga.

La sabiduría de la mente y la sabiduría del corazón

Fe y razón no son opuestos sino complementarios.

No es difícil ver adónde nos conduce la una sin la otra. La fe, de espaldas a la razón, nos impide ver y valorar evidencias que puedan poner en duda lo que a priori hemos aceptado como verdad. La razón estrecha que solo mira evidencias negando lo que aún no comprende, sin imaginación para intuir o creer en modelos de explicación todavía no demostrados, camina sin rumbo y sin posibilidad de avanzar realmente.

¿Y si entendiéramos la fe como una inspiración-intuición que nos lleva a pensar que algo puede ser cierto en la medida en que parece explicarnos y dar sentido al mundo que observamos? ¿Y si viviéramos esa fe como una confianza, no como una aceptación ciega? Confiar es aceptar la validez de algo por las pruebas que nos da, porque de alguna forma ha “ganado nuestra confianza”, pero sin renunciar a nuevos enfoques y posibilidades.

La razón tampoco puede sacralizar las llamadas evidencias, pues un sano sentido común nos va descubriendo que, detrás de lo que vemos y percibimos, siempre hay un inmenso mundo de causas aún no descubiertas.

Cuando el único fin es realmente el acceso a la verdad, naturalmente se produce una complementación entre razón e intuición, imaginación y evidencia, en un espíritu verdaderamente libre de prejuicios.

Ante la inmensidad de lo desconocido, el ser humano tiene derecho a imaginar o a creer, pero no a frenar su vocación de conocimiento porque, ante la imposibilidad de comprender ciertos enigmas, las únicas respuestas no son el escepticismo o la fe.

Recuerdo la historia que, cuando era niño, me contaban aquellos que querían acallar muchas de las preguntas que hacía sobre el misterio de la muerte o la naturaleza de Dios:

Me narraban cómo, en cierta ocasión, san Agustín caminaba por la playa tratando de comprender la idea de la Santísima Trinidad, trina y una a la vez, cuando se encontró con un niño que, con gran afán, trasladaba agua con una concha del mar a un pequeño agujero que había hecho en la arena de la playa.

Ante la evidente inutilidad del esfuerzo del niño, san Agustín se acercó y le preguntó qué trataba de conseguir.

–Meter el agua del mar en mi agujero –respondió.

–Pero hijo, ¿no ves que es imposible?, el mar es inmenso y tu agujero muy pequeño. Por mucho que lo intentes, nunca podrás llevar todo el agua del mar –respondió san Agustín

El niño se reveló como un ángel y le contestó que el mismo inútil esfuerzo estaba haciendo él, al intentar comprender una verdad tan grande con su limitada mente.

Y con esta historia se intentaban detener mis preguntas concluyendo: “eso, hijo, es un misterio, no intentes comprenderlo; ante el misterio solo nos queda la fe”.

Ni que decir tiene que nunca se apagaron mis deseos de conocer y comprender la vida. Y hoy creo que aquel dilema del niño-ángel queriendo meter el mar en un pequeño hueco en la arena hubiera podido tener otra posible respuesta: ¿no podríamos agrandar el agujero hasta hacerlo uno con el mar? ¿No podemos trascender en cualidades nuestras limitaciones? ¿No se trata de eso la evolución?

Es como aquel loco arquero que utilizaba la luna como blanco de sus flechas. Nunca la alcanzó, pero fue el arquero que llegó más lejos.

Ciertamente, es necesario dar la razón a los viejos filósofos que nos decían que en la búsqueda de la verdad no es solo importante la fuente a la que nos acercamos a beber, sino nuestra capacidad para recoger agua, nuestra capacidad para comprender, para ampliar horizontes internos, para desarrollar nuestras cualidades latentes, para dejar de ser un pequeño agujero en la arena y acercarnos cada vez más a ese mar inmenso que en potencia somos.

Un saber global

El verdadero conocimiento es integrador, convergente, global. La excesiva fragmentación y especialización puede hacernos perder de vista el sentido general que nos permite entender cómo se articula la vida, cómo todo se integra y relaciona.

Un águila no es la suma de plumas, huesos, músculos, etc., sino una totalidad vital que se expresa en majestuosidad y belleza.

Hablar de amor al conocimiento es no perder esa visión global, amplia e integradora, verdadero motor del progreso de los pueblos, que busca no solo indagar en los “cómos” de la vida, sino en sus finalidades, y que trata de aunar todos los aspectos del saber y de la experiencia. Ciencia, arte, filosofía, economía, espiritualidad, etc., pueden converger en la experiencia plena del conocimiento.

Como dice el preámbulo de la declaración de principios en torno a una ética universal, “Pensamos que es necesario fomentar la cultura como un conocimiento global, como una experiencia profunda de la humanidad que recoja su historia, sus logros, sus errores, expresados en el conjunto de sus valores permanentes, conocimientos científicos, creencias y experiencias, que van siendo acumuladas generación tras generación”.

Cuando el hombre eleva su pensamiento en busca de lo que cree bueno y verdadero, vislumbra ideales de vida que conforman altas metas y modelos de superación y perfección. De esa aspiración nace el impulso de plasmación de un modelo de mundo y de ser humano. De él derivan las formas de arte, de política, de religión; se configuran las formas culturales y civilizatorias. En todo ello, la humanidad podrá errar muchas veces, y tendrá que corregir tantas como sea necesario, pero ¡cuán pobre habría sido la trayectoria humana sin ni siquiera haber empezado a soñar!

La herencia de ese proceso de aciertos y errores, de marchas y contramarchas, supone un legado universal al que todos tenemos derecho, un derecho fundamental al que acceder a través de la educación.

Por ello, la educación, para que sea realmente una fuente de realización para los individuos, ha de ser global, integradora de conocimientos y aspectos de la vida; una educación no solo para la mente, sino para el corazón; no solo técnica, sino una educación en valores universales que reúna como un todo aspectos científicos y humanísticos, tecnológicos y sociales; una educación, en suma, no solo para “saber hacer”, sino para “ser” y vivir plenamente.

Avivar el amor al conocimiento

A menudo me pregunto cómo se puede alentar este amor a la verdad, esa aspiración por conocer y comprender en aquellas personas en que más se haya adormecido.

Lo cierto es que he podido comprobar que en aquellos que poseen un espíritu de superación surge naturalmente en algún aspecto ese impulso por saber. Por otro lado, el embotamiento en el consumismo, o la dilapidación del tiempo libre en horas interminables ante la televisión o los videojuegos adormecen toda inquietud, mientras que el contacto directo con la naturaleza y con otros seres humanos, los viajes o el arte, abren la mente y despiertan una empatía hacia el mundo y su significado.

En cualquier caso, está claro que la búsqueda de la verdad no solo es un impulso hacia fuera queriendo encontrar lo válido y auténtico, sino hacia adentro, despertando las sensibilidades y capacidades para ver, sentir, entender y ser.

En el frontis del templo de Delfos, se podía leer: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”. Y es que, tal vez, la clave para desvelar el universo se encuentre en nuestro interior, como parte de él que somos.

En una escala natural de nuestras realidades internas, el impulso por conocer nos lleva a un aprendizaje y a un desarrollo de habilidades que completan nuestra realidad humana en un proceso creciente.

Aprender a hacer →

Aprender a sentir → Aprender a ser

Aprender a conocer →

Si nos detenemos un momento a observarnos, veremos que cada cual necesita potenciar algún especto más que otro si queremos obtener un equilibrio que se resuma en la natural realización de nuestro ser. Y es en ese trabajo donde se puede decir que se halla la sabiduría, pues el único que puede alcanzarla es el ser, dando sentido y finalidad a todas sus expresiones en la vida.

La Naturaleza: fuente de sabiduría

Pienso que el amor al conocimiento no solo nos llevaría a guardar e integrar en nuestras vidas, en nuestros sistemas educativos, la historia como maestra de vida, la experiencia y enseñanzas de los grandes maestros de la humanidad; no solo desarrollaríamos el amor por la lectura, las artes, la ciencia o la búsqueda de experiencias místicas, sino que nos acercaría silenciosamente a la naturaleza, revelándonosla como fuente de sabiduría, porque de forma sorprendente ese amor nos despierta la capacidad de leer en la Naturaleza.

La Naturaleza nos da una lección de unidad y profundidad, pero hay que saber acercarse a ella con respeto y el alma abierta para escuchar los secretos que nos susurra, secretos que cada cual oirá en su “idioma”: el científico con su mente científica, el poeta con su corazón de metáfora, el místico con su alma alada. El cielo, las montañas, las aves, los árboles, los lagos, las estrellas… son libros abiertos para quien ama el misterio de la vida y quiere profundizar en todas sus dimensiones.

Helena Petrovna Blavastky, filósofa del siglo XIX, dijo que si todos los libros del mundo desaparecieran, nuestro amor a la verdad nos llevaría a recuperar tanta sabiduría acumulada por la humanidad con solo volver a aprender a leer en la Naturaleza.

Pero, como dijera mi querida maestra Delia Steinberg, para poder desvelar los misterios de la Naturaleza, el hombre debe sentirse uno con ella.

Recapitulemos

Llegados a este punto, me gustaría recapitular y resaltar algunas de las cualidades fundamentales a las que contribuye potenciar en cada uno el amor al conocimiento y la verdad:

.- Nos ayuda a canalizar la necesidad legítima de autonomía, de razón propia, del propio pensar frente al ser pensado. Activa el propio motor interior afirmándonos como individuos que quieren comprender por sí mismos.

.- La mente se esclarece por la búsqueda de la verdad, dando paso a la inteligencia y a una de sus mayores joyas: el discernimiento.

.- El amor al conocimiento suele traducirse en sensatez y cultura propia, así como perspectiva para el dominio y equilibrio de uno mismo, pues a la propia experiencia unimos la riqueza trasmitida por los demás hombres.

.- Nos permite realizarnos en el derecho a desplegar la imaginación y alcanzar un cierto grado de conocimiento. Solo el conocimiento (junto con el amor) nos hace libres. Pero sin olvidar que el conocimiento y la libertad implican un compromiso ético con nosotros mismos y con los demás.

.- En la sociedad, es uno de los más importantes motores de auténtico desarrollo, sobre todo cuando el conocimiento tienen un sentido global y se lo potencia en todos sus aspectos, no solo los tecnológicos o materiales, sino los humanísticos y espirituales.

El compromiso con la autenticidad

Comenzamos diciendo que el primer rasgo de amor a la verdad es el de ser auténtico, tratar de vivir acorde a los valores y principios que se van reconociendo en nuestra conciencia. Es un compromiso de coherencia entre pensamientos, sentimientos y actos.

El amor a la verdad no puede mirar hacia otro lado cuando hay injusticia, ni hacer oídos sordos a la mentira ni a la crueldad, pues buscando lo justo, lo bueno y verdadero no puede haber complicidad con lo que lo destruye.

Si eres de los que miran el mundo con los ojos abiertos, recuerda: Quien ama la verdad la busca… pero con amor.

Miguel Ángel Padilla




martes, 29 de septiembre de 2009

Me declaro Vivo

“Saboreo cada acto. Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí, entonces me portaba como los demás querían y mi conciencia me censuraba. Menos mal que a pesar de mi esforzada buena educación siempre había alguien difamándome. ¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó que la vida no es un escenario!

Desde entonces me atreví a ser como soy! Tengo amigos de todas las religiones; conozco gente extraña: vegetarianos que devoran al prójimo con su intolerancia, personas que caminan con un cartel que dicen: "Yo se más que tu"; Médicos que están peor que sus pacientes, gente millonaria pero infeliz, seres que se pasan el día quejándose, que se reúnen los domingos para quejarse por turnos, gente que ha hecho de la estupidez su manera de vivir.

El árbol anciano me enseñó que todos somos lo mismo. La montaña es mi punto de referencia: ser invulnerable, que cada uno diga lo que quiera, yo sigo caminando imparable, soy guerrero: mi espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la libertad, y si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme, no hice de la cordura mi opción, prefiero la imaginación a lo indio, es decir inocencia incluida. Quizás solamente teníamos que ser humanos.

El que tú no veas los átomos, no significa que no existan. Por eso es muy importante que sea el Amor lo único que inspire tus actos. Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz. En realidad, sólo hablo para recordarte la importancia del silencio.

Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palabras; no soy un sabio, sólo un enamorado de la vida. El silencio es la clave, la simplicidad es la puerta que deja fuera a los imbéciles. La educación oficial te prepara para que seas tu propia interferencia.

Es interesante ver cómo los programas educativos eligen cuidadosamente todo lo esencial para descartarlo; así, no se enseña a vivir ni a morir, a amar ni a reír. La gente feliz no es rentable, con lucidez no hay necesidades innecesarias. No es suficiente querer despertar, sino Despertar. La mejor forma de despertar es hacerlo sin preocuparse porque nuestros actos incomoden a quienes duermen al lado.

Recuerda que el deseo de hacerlo bien será un interferencia; es más importante amar lo que hacemos y disfrutar de todo el trayecto; la meta no existe, el camino y la meta son lo mismo, no tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso plenamente. No, no te resistas, ríndete a la vida, quien acepta lo que es y se habilita para hacer lo que puede, entonces se encarnan las utopías y lo imposible se pone a disposición. La mejor manera de ser feliz es: "ser feliz"; reconstruye tu raíz y saborea la vida; somos como peces de mares profundos, si salimos a la superficie reventamos.

El corazón está en emergencia por falta de amor, hay que volver a conquistar la vida, enamorarnos otra vez de ella; nuestro potencial interior aflora espontáneamente cuando nos dejamos en paz. Quizá sólo seamos agua fluyendo; el camino nos lo tenemos que hacer nosotros, mas no permitas que el cauce esclavice al río, no sea que en vez de un camino tengas una cárcel. La infelicidad no es un problema técnico, es el resultado de haber tomado el camino equivocado. Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez, amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad que pulula por doquier, infectando almas y atrofiando corazones.

El amor es, a nivel sutil, la esencia de nuestra instancia inmunológica. Sin amor, el síndrome de inmunodeficiencia será adquirido inevitablemente y ello es mortal. Desde mi corazón indígena sospecho que ser infeliz es una evasión. ¡Cuán fácil es hacer tonterías en este mundo moderno! Sospecho que el hombre empezó a equivocarse hace mucho tiempo, es decir que ya es tiempo de rectificar la marcha, y reorientando el paso, retomar la sagrada senda del sol.

No es posible llegar a nuestro sitio sin trascender el egoísmo; no es posible acceder a la vida plena sin haberse purgado previamente de miedos y temores. La gente está tan acostumbrada a complicarse, que rechaza de antemano la simplicidad; la gente está tan acostumbrada a ser infeliz, que la sensación de felicidad les resulta sospechosa; la gente está tan reprimida, que la espontánea ternura le incomoda y el amor le inspira desconfianza. Hay cosas que son muy razonables y… apestan. Ya no podemos perder el tiempo en seguir aprendiendo técnicas espirituales cuando aún estamos vacíos de amor.

Quienes no están preparados para escuchar tienen la recompensa de no enterarse de nada. Disfruta de lo que tienes, recibe lo que venga, crea e inventa lo que necesites, haz solo lo que puedas, y fundamentalmente celebra lo que tengas. La vida es un canto a la belleza, una convocatoria a la transparencia, cuando esto lo descubras desde la vivencia, el viento volverá a ser tu amigo, el árbol se tornará en maestro y el amanecer en ritual, la noche se vestirá de colores, las estrellas hablarán el idioma del corazón y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo. No importa lo que digan de ti… Lo que los demás esperan de ti pueden convertirte en una cárcel; digan lo que digan de mí yo soy el que soy.

Del libro, “Me declaro Vivo” por Luis Espinoza (Chamalú), 1994

domingo, 2 de agosto de 2009

La Bondad


Quizás la bondad sea uno de los valores éticos que más apreciamos en los demás y que más nos gustaría que nos rodease por doquier. ¿A quién no le gustaría estar rodeado de gente buena, afable, atenta, alegre, considerada y respetuosa, generosa…?
Como todas las virtudes humanas, es en su manifestación a través de los actos donde se define. Todos sabemos reconocer a una persona bondadosa aunque no sepamos definir la bondad y esta se exprese de infinitas formas.

La bondad nos envuelve en nuestra vida cotidiana mucho más que lo que apreciamos conscientemente, a pesar de que a veces pueda parecer lo contrario. Ella es la base de todo lo bueno que compartimos, es la que hace posible la convivencia, los bienes civilizatorios y la cultura, la generosidad y el esmero en la búsqueda del bien común que nos humaniza. Es, justamente, su ausencia, el egoísmo a ultranza, el que destruye los tejidos que unen y cohesionan la vida.
La bondad es un motor interior que busca el bien en los demás y en nuestro entorno involucrándonos a nosotros mismos. Esa predisposición constante hacia el bien, preocupándose por lo que los demás necesitan, se manifiesta desde el pensamiento, las emociones y los actos, convirtiendo a la persona en un “faro de luz” que emana alegría, seguridad y confianza. Su presencia ilumina, no nos ensombrece. Sembrador del bien, no trabaja con el “¿tú o yo?”, sino con el “nosotros”. Por eso podemos identificar bondad con amor.
Resulta difícil imaginar la verdadera bondad sin reconocer en ella humildad, sencillez y respeto hacia la dignidad del otro. La bondad no es prepotencia ni paternalismo que desde la arrogancia se yergue como hacedor y conocedor del bien. Al contrario, la bondad parece tener mucho que ver con la paciencia (que muchas veces la pone a prueba). Un hombre bueno, por lo general, es paciente, largo en sus expectativas, pues concede a los demás la libertad y margen de error que todos necesitamos en la vida. Una cierta seguridad y confianza interior nacen de su profundo sentido de la vida.
Esa bondad de raíces profundas va unida a la sonrisa fácil, a la afabilidad y a la ternura. Desde la empatía y la generosidad trata de poner alegría alrededor.
La irradiación de alegría y serenidad que produce es fruto de no caer en la superficialidad, de valorar más allá de las exigencias y necesidades de la vida a las personas y a todo lo que nos hace más humanos. Por eso la bondad, la atención, el tacto y la dulzura de carácter que pone de manifiesto, hacen tan fácil la convivencia.

A veces podemos objetar que la bondad ciega causa estragos, sobre todo cuando nos empeñamos en ayudar sin saber las consecuencias o sin tener en cuenta la realidad o libertad del otro. ¡Cuántas barbaridades se han cometido bajo la sentencia: “es por tu bien, lo hago porque te quiero”! Por eso la bondad se complementa con el discernimiento y ambos se conjugan dando lugar a la sabiduría. En este proceso la bondad no pierde sus cualidades, sino que amplía otras poniendo luz a su calor natural.

También, en ocasiones, nos encontramos ante el dilema de ser buenos o justos. Aunque ya abordaremos en otro momento el tema de la justicia, que de alguna manera debe dar a cada cual lo que le corresponde según su naturaleza y sus actos, ¿por qué tendríamos que separarlos ensombreciendo la justicia con la ausencia de la bondad y viceversa?
El amor dulcifica la voluntad y le da formas bellas y afables, además de canalizarla hacia un buen fin. La bondad humaniza la justicia recordándonos que todos somos humanos y que, ultérrimamente, la finalidad de la justicia también es el Bien. Bondad y justicia parece que no solo pueden convivir, sino que deben hacerlo. Siempre me ha resultado muy inspiradora la imagen del modelo de realización como el de aquel ser humano justo, bueno y sabio. Y me pregunto si realmente estos atributos pueden vivir separados para desarrollarse plenamente.

Pero tocando el final podemos cuestionarnos: ¿nacemos buenos o nos hacemos buenos?
Las modernas neurociencias nos hablan cada vez más de una evidente tendencia en el hombre hacia el bien de los demás como algo innato, arraigado incluso en nuestra biología. Es cierto que hay en nosotros otras muchas tendencias hacia la supervivencia animal que podrían anularla, que conviven en nuestra naturaleza impulsos de toda índole. La complejidad en la vida es un hecho natural que exige de una dirección y armonización que la canalice. Pero la bondad parece que nos hace más humanos.
Como todo, podemos cultivar la bondad, cuya raíz parece existir en todos los seres, o dejarla apagarse bajo el peso del egoísmo; alimentar lo que nos humaniza o nos animaliza (con perdón de los animales).
Personalmente creo que, en la medida en que tratamos de potenciar las semillas de la bondad en nosotros, las flores que se abrirán en nuestra vida a través de nuestros actos, de nuestras actitudes, nos aportarán cada vez más serenidad y felicidad. Como decía Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro”

Miguel Ángel

jueves, 25 de junio de 2009

Los 83 mandamientos de Alejandro Jodorowski (recogidos de Gurdjieff)
















1.-Fija tu atención en ti mismo, se consciente en cada instante de lo que piensas , sientes, deseas y haces.
2.-Termina siempre lo que comenzaste.
3.-Haz lo que estás haciendo lo mejor posible.
4.- No te encadenes a nada que a la larga te destruya.
5.-Desarrolla tu generosidad sin testigos.
6.-Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano.
7.-Ordena lo que has desordenado.
8.-Aprende a recibir, agradece cada don.
9.- Cesa de autodefinirte.
10.- No mientas ni robes, si lo haces te mientes y robas a ti mismo.
11.- Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente.
12.- No desees ser imitado.
13.- Haz planes de trabajo y cúmplelos.
14.-No ocupes demasiado espacio.-
15.-No hagas ruidos ni gestos innecesarios.
16.-Si no la tienes imita la fe.
17.- No te dejes impresionar por personalidades fuertes.
18.- No te apropies de nada ni de nadie.
19.- Reparte equitativamente.
20.- No seduzcas.
21.- Come y duerme lo estrictamente necesario.
22.- No hables de tus problemas personales.
23.- No emitas juicios ni criticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos.
24.- No establezcas amistades inútiles.
25.- No sigas modas.
26.- No te vendas.
27.-Respeta los contratos que has firmado.
28.-Sé puntual.
29.- No envidies los bienes o los éxitos del prójimo .
30.- Habla sólo lo necesario.
31.-No pienses en los beneficios que te va a procurar tu obra.
32.- Nunca amenaces.
33.-Realiza tus promesas.
34.-En una discusión ponte en el lugar del otro.
35.-Admite que alguien te supere.
36.- No elimines , sino transforma.
37.- Vence tus miedos ,cada uno de ellos es un deseo que se camufla.
38.- Ayuda al otro a ayudarse a si mismo.
39.- Vence tus antipatías y acércate a las personas que deseas rechazar.
40.- No actúes por reacción a lo que digan bueno o malo de ti.
41.- Transforma tu orgullo en dignidad.
42.- Transforma tu cólera en creatividad.
43.-Transforma tu avaricia en respeto por la belleza.
44.- Transforma tu envidia en admiración por los valores del otro.
45.- Transforma tu odio en caridad.
46.- No te alabes ni te insultes.
47.- Trata lo que no te pertenece como si te perteneciera.
48.- No te quejes.
49.- Desarrolla tu imaginación.
50.- No des órdenes solo por el placer de ser obedecido.
51.- Paga los servicios que te dan.
52.- No hagas propaganda de tus obras o ideas.
53.-No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, admiración, simpatia, complicidad.
54.- No trates de distinguirte por tu apariencia.
55.- Nunca contradigas , solo calla.
56.- No contraigas deudas , adquiere y paga enseguida.
57- Si ofendes a alguien ,pídele perdón.
58.-Si lo has ofendido públicamente, excúsate en público.
59.-Si te das cuenta de que has dicho algo erróneo, no insistas por orgullo en ese error y desiste de inmediato de tus propósitos.
60.- No defiendas tus ideas antiguas sólo por el hecho de que fuiste tú quien las enunció.
61.- No conserves objetos inútiles.
62.-No te adornes con ideas ajenas.
63.- No te fotografíes junto a personajes famosos.
64.- No rindas cuentas a nadie , sé tu propio juez.
65.- Nunca te definas por lo que posees.
66.-Nunca hables de ti sin concederte la posibilidad de cambiar.
67.- Acepta que nada es tuyo.
68.- Cuando te pregunten tu opinión sobre algo o alguien ,dí solo sus cualidades.
69.- Cuando te enfermes , en lugar de odiar ese mal , considéralo tu maestro.
70.- No mires con disimulo , mira fijamente.
71.- No olvides a tus muertos, pero dales un sitio limitado , que les impida invadir toda tu vida.
72.-En el lugar donde habites, consagra siempre un sitio a lo sagrado.
73.- Cuando realices un servicio, no resaltes tus esfuerzos.
74.- Si decides trabajar para los otros, hazlo con placer.
75.-Si dudas entre hacer y no hacer, arriésgate y haz.
76.- No trates de ser todo para tu pareja, admite que busque en otros, lo que tu no puedes darle.
77.- Cuando alguien tenga su público no acudas para contradecirlo y robarle la audiencia.
78.- Vive de un dinero ganado por ti mismo.
79.- No te jactes de aventuras amorosas.
80.- No te vanaglories de tus debilidades.
81.- Nunca visites a alguien sólo por llenar tu tiempo.
82- Obtén para repartir.
83.- Si estas meditando y llega un diablo, pon ese diablo a meditar…
(Extraido de "el Maestro y las magas" de Jodorowki)

viernes, 8 de mayo de 2009

Loto Blanco. Power point para descargar


"Al ser humano cuya verticalidad y anhelo de perfección y completura le llevan a abrirse paso ante sus propias limitaciones y adversidades...".

viernes, 27 de marzo de 2009

Las Formas mentales y como se dominan

Como la popularización del “Esoterismo” (*) ha creado muchos conceptos y opiniones evidentemente deformadas y carentes de fundamento sólido, lo que, a la larga, beneficia solamente al materialismo ateo, por el número creciente de personas destrozadas psíquica y físicamente por los “aficionados” a las llamadas Ciencias Ocultas, vamos a poner en claro algunos puntos fundamentales con una intencionalidad puramente profiláctica.

 

1.- UNA FORMA ES SIEMPRE MENTAL

            La forma no es la masa que la refleja, contiene o expresa. Si bajo una hoja de papel ponemos un imán y sobre ella limaduras de hierro, veremos que el simple amontonamiento anárquico de estas partículas toma la forma de los husos magnéticos emitidos por el imán. La forma de husos no proviene de la materia, sino de la orientación magnética y de otra manera invisible del imán. Así, la forma material responde siempre a una forma ya existente en los planos sutiles o energéticos. La variedad de forma energética más sutil que conocemos, es la forma mental. Pues aun la forma del imán fue pensada y su magnetismo responde a una modalidad de la Mente Cósmica. Adaptada por la mente humana bajo la apariencia de imán. La mente humana es solo una “cristalización” de la Mente Cósmica en la cual está inserta su voluntad de ser: lo que los indos llaman “Manas Taihasi”.

            Por lo tanto, la forma material es siempre pasajera y perecedera, y vive tanto como la forma mental que la alienta.

 

2.- UNA FORMA MENTAL TIENE GRAN FUERZA

            Dada la plasticidad de los Planos sutiles, una Idea-forma tiene una gran efectividad, pues se adapta como Ser para plasmarse en la Substancia en el mundo fenoménico, que es el que vulgarmente percibimos. Una forma mental, debidamente expresada y alimentada, produce inexorablemente cambios en la esfera de lo material, que siempre se deja arrastrar por ella, ya que la materia no tiene ni forma ni voluntad, fuera de su propia existencialidad.

            Así se encadenan las corrientes de opinión, las modas, la propaganda. Son meras formas mentales dirigidas a obrar sobre la materia luego de haber ejercido su poder sobre las mentes abúlicas de los hombres corrientes. El llamado en España “chaquetero”, no es más que una víctima de esas corrientes, debidamente apoyadas en la robotización de las formas materiales, pre-programadas por formas mentales. Los colores, los sonidos y músicas, las actitudes, las maneras de vivir constituyen la “moral” del momento; o sea, la “costumbre” que rige a las masas idiotizadas. En la lucha de las formas mentales, la más organizada y fuerte se impone, y con los restos de las ideas vencidas construye refuerzos para su propia forma.

 

3.- UNA FORMA MENTAL TIENE GRAN FUERZA PERO NO ES INVENCIBLE

            Acabamos de ver, a grandes rasgos, el poder de una forma mental. ¿Se la puede vencer?

            Sí; con otra forma mental de signo contrario y mayor fuerza, sobre todo espiritual, ya que los actos y voliciones expresados en los planos más sutiles tienen prioridad sobre los menos sutiles, que son más lentos y frágiles, por su propia “vitrificación”. Una Idea-forma, motivada por el espíritu y bien delineada por una mente poderosa, puede sobreponerse a las ideas-forma de los vicios y de todo aquello que tenga que ver con el inestable mundo psicofísico. Todo hombre, toda mujer, tienen en su seno espiritual la fuerza necesaria para plasmar y emitir formas mentales. La general debilidad de las emisiones se debe al desconocimiento de la técnica y a las dudas que en sus propias almas ha sembrado la deficiente educación actual, que entroniza la fragilidad, la duda y el capricho. Pero las mentes disciplinadas por el esfuerzo, la voluntad de Ser, la carencia de vicios e ideas circulares que consumen energía sin salir de su órbita, dan interesantes oportunidades de vencer toda forma de adversidad, transmutándola en experiencia positiva y en hechos exitosos. Recordad que, ultérrimamente, una forma mental se vence tan sólo con otra forma mental. La disciplina física, la higiene, las canciones, los bellos panoramas, los sentimientos altruistas son auxiliares invalorables en la lucha contra una mala forma mental. Son ayudas la oración y el trabajo, el sentido heroico de la generosidad hacia nuestros semejantes y la propia dignidad de la persona.

 

4.- COMO SE DOMINA DEFINITIVAMENTE UNA FORMA MENTAL

            Primeramente, venciéndola dentro de nosotros mismos. Quien no se domine a sí mismo jamás podrá dominar su entorno. Pues, si bien lo analizamos, su primer entorno lo constituyen sus propios vehículos de conciencia en lo pasional, vital y físico. Quien, sometido a circunstancias más o menos normales, no puede levantarse de la cama por las mañanas aún deseándolo firmemente, no sueñe con levantar ideologías ni tener seguidores, salvo que de idiotas se trate. Quien se alza dentro de sí mismo y pone cara a la adversidad o al maleficio, es el único que puede vencer esas circunstancias. Quien no lo hace y se rodea de los insectos invisibles de la suciedad mental, es un muerto que camina… y pronto le alcanza la muerte física sin haber dejado en el mundo huella de su paso.

            Logrado este primer paso, el siguiente es ponerlo en práctica de una manera sistemática, sin claudicaciones ni interrupciones. Sabemos que muchos estudiantes odian visceralmente toda forma de disciplina, pero este rechazo ha sido provocado artificialmente por las oscuras fuerzas que hoy planean sobre el mundo y cuyos “testaferros” son los materialistas de cualquier signo o los pseudoespiritualistas de exóticas anarquías que nacen de su despegue de su propia Alma inmortal y del haber sido atrapados por su propia campana magnético-biológica, que los bestializa.

            Luego lo fundamental es no “dormirse en los laureles”, pues la forma mental nefasta pudo haber sido rechazada pero no transmutada. Si pensamos en la plasticidad de las formas mentales cuando están en su plano, veremos qué difícil es estar seguro de que las hemos dejado atrás. Esa seguridad la darán los cambios que ocurren en la vida de la persona que ha hecho el esfuerzo. Si física, vital, psíquica y mentalmente es más limpio y puro, es que ha triunfado. Si no ocurre eso, si no que se han reemplazado con drogas u obsesiones fanáticas la vieja forma mental negativa… es que es ella misma, con distinta apariencia.

            Un ambiente puro; sanas compañías; rectos medios de vida. Evitar a todo trance el contacto con materialistas así como con “santones” que dan “iniciaciones” en un cursillo de verano, son el más sano preventivo. Trabajar y estudiar activamente. No dar al sexo más importancia que la que tiene como elemento para reproducir los cuerpos biológicos de los hombres. Cultivar el Amor, la generosidad, las artes, letras y ciencias. Evitar excesos en el comer, beber y fumar. Mantener todos los días al acabar la jornada un breve pero fecundo análisis de conciencia. Creer no por costumbre, sino por convencimiento interior en Dios y en la inmortalidad del Alma. Amar lealmente a la patria y a los amigos. Rechazar el mal venga de donde venga. Preferir siempre las músicas y ambientes espirituales a las desenfrenadas orgías. Todo ello conforma un seguro dispositivo vital que nos salvaguarda de caer en las redes de las formas mentales que nos son ajenas.

 

5.- EL HOMBRE NUEVO Y EL TIEMPO NUEVO

            Quien vive de la forma arriba indicada, se transmuta, lenta pero inexorablemente, en un Hombre Nuevo o una Mujer Nueva. Vive a la vez un Tiempo Nuevo, pletórico de felicidad, rico en matices, cargado de posibilidades de triunfo en todos los planos. Nuestro concepto de “Acrópolis” o “Ciudad Alta” no es otro que el de conformar una sociedad mejor con individuos mejores. A ellos no les afectan las formas mentales pasajeras y no se dejan llevar por catastrofismos, SABEN que la Voluntad, cabalgando formas mentales nuevas, jóvenes y poderosas, lo vence todo. Ni la muerte existe para estos Seres pues se han imbricado en la Vida-Una, la que no cesa jamás. Que se renueva, pero no se detiene nunca, con la marcha misma de la Naturaleza.

            Un Nuevo Reloj marca para ellos tan sólo horas felices. Ellos marchan con el Tiempo Nuevo.

                           Jorge Ángel Livraga  (artículo publicado en la (Revista Nueva Acrópolis nº 75, septiembre 1980))

lunes, 9 de febrero de 2009

La vida es verbo

Los verbos expresan la acción y el estado del sujeto, son dinámicos. Los sustantivos tienen existencia real, independiente, individual, pero son estáticos ¿Es tu vida también un verbo o es solo un sustantivo?
Curiosamente en español el único verbo que es sustantivo también es el verbo Ser. Se habla de un Ser (Por ejemplo; ser humano) y de Ser (Por ejemplo; ser feliz). Esto da bastante que pensar.
La vida es un sustantivo, pero lo importante es vivirla, y eso es verbo. Estar vivo es más que respirar y cumplir las funciones vitales; vivir es crear, es hacer, es moverse; como el universo, que no podría detenerse, porque eso implicaría que se extinguiría, que moriría; por eso siempre está expandiéndose. Nada en el universo se detiene del todo; la energía está vibrando dentro de él en distintos niveles y en todo momento.
La tierra nunca deja de girar sobre su propio eje y alrededor del sol, y por eso tenemos las estaciones, los días y las noches con sus respectivos cambios que afectan a todos los seres que habitan en ella. Sabemos que en su interior hay mucho calor y actividad; eso nos demuestra que está viva.
La naturaleza está mostrándonos un nuevo paisaje a cada instante. Es vida expresada de infinitas formas; en constante actividad; con sus ritmos y expresiones.
Los niños están muy vivos porque son actividad; están creciendo rápidamente, son juguetones, están despiertos, todo les asombra porque siempre descubren algo nuevo.
¿Y nosotros los adultos qué? Dejamos de crecer en altura, pero ¿Cómo crecemos cuando ya no crecemos? Podemos hacer crecer el contorno de nuestro cuerpo engordando o podemos estancarnos. También podemos hacer cosas y crecer sin sentido, lo cual nos llevaría más bien a una deformidad.
Llega un momento de la vida en que hay que crecer de una manera distinta. Ser humano implica crecer en aspectos como lo físico, emocional, mental y espiritual. Crecer armoniosamente en esos aspectos nos da una vida equilibrada y activa; esto nos llena de vida. Algo importante a considerar es que solo a través de la acción conseguimos resultados; así que es importante emprender acciones que nos lleven a desarrollarnos integralmente en esos cuatro aspectos que mencionamos anteriormente.
Cuidar nuestro cuerpo; haciendo ejercicios regularmente e ingiriendo alimentos sanos; expresar emociones positivas y alimentarnos con ellas, a través del amor a nosotros mismos y a los demás; tener ideas elevadas o ideales y pensamientos positivos, además de ser creativos; y tener fe, creer en algo superior de lo cual formamos parte, encontrar el sentido de la vida y descubrir nuestra aportación a ese gran plan infinito, son formas de mantenernos en expansión, de no caer en el estancamiento, de no ser como zombies, de estar despiertos, concientes, vivos.
La vida es algo que se hace constantemente. La vida es acción, es actividad. La vida es verbo, y ese verbo es vivir.
Juan Carlos Loreto

domingo, 1 de febrero de 2009

El secreto para ser feliz

Hace muchísimos años, vivió en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre más feliz del mundo.

Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir.

Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz. Un día llegó ante él un niño y le dijo: "Señor, al igual que tu, también quiero ser infensamente feliz. ¿Por qué no me enseñas qué debo hacer para conseguirlo?".

El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo: "A ti te enseñaré el secreto para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención: En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y estos son mi mente y mi corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida".

El primero, es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida, y por lo tanto, deber amarlo y darle gracias por todas las cosas que tienes.

El segundo, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al acostarte, debes afirmar: yo soy importante, yo valgo, yo soy capaz, soy inteligente, soy cariñoso, espero mucho de mi, no hay obstáculo que no pueda vencer: Este paso se llama autoestima alta.

El tercer paso es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente; si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no  hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas. Este paso se llama motivación.

El cuarto paso es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos alcanzaron su meeta, logra tú las tuyas.

El quinto paso es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejará ser feliz; deja que las leyes de Dios hagan justicia, y tú perdona y olvida.

El sexto paso es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor.

El séptimo paso, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.

Y por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno; piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sin pensar que vas a recibir nada a cambio; mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades y dales también a ellos el secreto para ser triunfador y que de esta manera, puedan ser felices..."

Ser feliz depende de cada uno, es una actitud constante ante la vida. Ser feliz es una consecuencia natural de acercarse cada vez más a lo mejor de uno mismo y hacer que eso sea lo que marque nuestras acciones.

Cortesía de Nueva Acrópolis en Perú

miércoles, 21 de enero de 2009

La Luz: reguladora de la salud

Recientes descubrimientos de investigadores japoneses han mostrado que la luminosidad libera hormonas que evitan los estados de estrés. La luz estimula la producción de hormonas de las cápsulas suprarrenales, que regulan el metabolismo y la reacción del cuerpo a los estados de estrés.

Con ello ha quedado demostrada científicamente la aplicación positiva de la fototerapia.

Las terapias basadas en la luz (fototerapia) han sido utilizadas para distintos problemas de salud, en especial, para combatir estados de estrés y las perturbaciones del sueño. Consisten básicamente en la influencia de la luz captada por el ojo proveniente de determinadas lámparas especiales.

Fue descubierta y aplicada a partir de los años 80 del siglo XX, al investigarse las relaciones entre la denominada "depresión invernal" debida a que la luz del día es menor. Mientras tanto, en el marco de la cronobiología, se investigó más de cerca el efecto de esta fototerapia y se desarrollaron modelos neurobiológicos con base científica. Se vio que era aplicable también en cuadros clínicos más amplios como determinadas formas de perturbaciones del sueño, y estados patológicos de ancianos.

Las fuentes de luz empleadas son lámparas que producen luz blanca, sin radiación ultravioleta ni infrarroja, y con una intensidad constante de todos los espectros.

Recientes investigaciones demuestran también la influencia de la luz en el reloj biológico de los mamíferos.

La mayoría de los relojes biológicos funcionan con un ciclo de 24 horas, o ciclo circadiano (del latín, "cerca de un día"), que gobierna funciones tales como el dormir y el despertar, el descanso y la actividad, la regulación del balance de líquidos, de la temperatura corporal, del rendimiento cardíaco, del consumo de oxígeno y de la secreción de las glándulas endocrinas. En mamíferos, los componentes principales del reloj circadiano se encuentran en las células en el núcleo supraquiasmático (SCN, por sus siglas en inglés) del cerebro. Dentro de estas células, los componentes moleculares del reloj son "reacomodados" diariamente por los efectos de la luz y otros estímulos.

Al estudiar el efecto de la luz sobre ratones se descubrió que ello desencadenaba una cascada de actividades genéticas en las cápsulas suprarrenales y una elevación del nivel de glucocorticoides. Estas hormonas son responsables, entre otras cosas, de la reacción del sistema inmunológico frente a infecciones o la regulación del ritmo circadiano de diferentes órganos.

Además se descubrió que indirectamente se provocaba una reacción en una determinada región del hipotálamo, que se considera el centro regulador del reloj interno, responsable de la regulación del ritmo diario de muchos procesos biológicos. Cuando los investigadores separaban esta zona cerebral, ya no producía la luz ningún efecto sobre las cápsulas suprarrenales.

La luz, actuando sobre el cerebro, sería responsable de cambios fisiológicos fundamentales, gracias a la liberación de glucocorticoides de las cápsulas suprarrenales, opina Okamura. Estas hormonas son importantes para múltiples mecanismos del organismo, entre otros, de la regulación del ritmo diario de los órganos. En la medida que la luz actúa sobre estas hormonas, podría ajustarse mejor el ritmo de de los órganos frente la luz u oscuridad ambiental.

Según los científicos ello permitiría también ejercer una influencia positiva frente a las depresiones estacionales. La liberación de las hormonas permitiría una mejor sincronización de los ritmos diarios del organismo. Quizás podría haber también un efecto terapéutico positivo frente a otras perturbaciones como depresiones graves o enfermedades maníaco depresivas, que no necesariamente tienen que ver con el reloj interno.

sábado, 3 de enero de 2009

Fichas pedagógicas: El número de oro. Aritmética y geometría sagradas

Presentamos unas interesantes fichas pedagógicas que de manera sencilla y a la vez profunda y sugerente desarrollan el enigma del número áurico o "divina proporción" con los apartados siguientes:







Armonía y proporción en La naturaleza
Dios Geometriza
La creación del universo.
Aritmética y geometría sagrada en la antigüedad
¿Qué es el número de oro?
El número de oro en el arte
El número de oro en el hombre
La música de las esferas



Departamento de investigación de Nueva Acrópolis Málaga