Recientes descubrimientos de investigadores japoneses han mostrado que la luminosidad libera hormonas que evitan los estados de estrés. La luz estimula la producción de hormonas de las cápsulas suprarrenales, que regulan el metabolismo y la reacción del cuerpo a los estados de estrés.
Con ello ha quedado demostrada científicamente la aplicación positiva de la fototerapia.
Las terapias basadas en la luz (fototerapia) han sido utilizadas para distintos problemas de salud, en especial, para combatir estados de estrés y las perturbaciones del sueño. Consisten básicamente en la influencia de la luz captada por el ojo proveniente de determinadas lámparas especiales.
Fue descubierta y aplicada a partir de los años 80 del siglo XX, al investigarse las relaciones entre la denominada "depresión invernal" debida a que la luz del día es menor. Mientras tanto, en el marco de la cronobiología, se investigó más de cerca el efecto de esta fototerapia y se desarrollaron modelos neurobiológicos con base científica. Se vio que era aplicable también en cuadros clínicos más amplios como determinadas formas de perturbaciones del sueño, y estados patológicos de ancianos.
Las fuentes de luz empleadas son lámparas que producen luz blanca, sin radiación ultravioleta ni infrarroja, y con una intensidad constante de todos los espectros.
Recientes investigaciones demuestran también la influencia de la luz en el reloj biológico de los mamíferos.
La mayoría de los relojes biológicos funcionan con un ciclo de 24 horas, o ciclo circadiano (del latín, "cerca de un día"), que gobierna funciones tales como el dormir y el despertar, el descanso y la actividad, la regulación del balance de líquidos, de la temperatura corporal, del rendimiento cardíaco, del consumo de oxígeno y de la secreción de las glándulas endocrinas. En mamíferos, los componentes principales del reloj circadiano se encuentran en las células en el núcleo supraquiasmático (SCN, por sus siglas en inglés) del cerebro. Dentro de estas células, los componentes moleculares del reloj son "reacomodados" diariamente por los efectos de la luz y otros estímulos.
Al estudiar el efecto de la luz sobre ratones se descubrió que ello desencadenaba una cascada de actividades genéticas en las cápsulas suprarrenales y una elevación del nivel de glucocorticoides. Estas hormonas son responsables, entre otras cosas, de la reacción del sistema inmunológico frente a infecciones o la regulación del ritmo circadiano de diferentes órganos.
Además se descubrió que indirectamente se provocaba una reacción en una determinada región del hipotálamo, que se considera el centro regulador del reloj interno, responsable de la regulación del ritmo diario de muchos procesos biológicos. Cuando los investigadores separaban esta zona cerebral, ya no producía la luz ningún efecto sobre las cápsulas suprarrenales.
La luz, actuando sobre el cerebro, sería responsable de cambios fisiológicos fundamentales, gracias a la liberación de glucocorticoides de las cápsulas suprarrenales, opina Okamura. Estas hormonas son importantes para múltiples mecanismos del organismo, entre otros, de la regulación del ritmo diario de los órganos. En la medida que la luz actúa sobre estas hormonas, podría ajustarse mejor el ritmo de de los órganos frente la luz u oscuridad ambiental.
Según los científicos ello permitiría también ejercer una influencia positiva frente a las depresiones estacionales. La liberación de las hormonas permitiría una mejor sincronización de los ritmos diarios del organismo. Quizás podría haber también un efecto terapéutico positivo frente a otras perturbaciones como depresiones graves o enfermedades maníaco depresivas, que no necesariamente tienen que ver con el reloj interno.
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