La alegría, el buen humor, el contemplar los problemas de la vida con esperanza y optimismo, el no dejarse llevar por los nubarrones de la depresión, la tristeza o el mal humor, es algo que nos llama mucho la atención, sobre todo cuando observamos a una persona que posee todas esas cualidades; porque normalmente no sucede todo lo contrario cuando las circunstancias nos vienen en contra.
Todos los sabios y filósofos de la antigüedad han teorizado acerca de la felicidad , del ser positivos y optimistas; han dejado numerosos libros de cómo encontrar esta felicidad, de cómo hacerla nuestra, de cómo vivir ese estado de bienestar interior que hace que elevemos nuestra conciencia hasta un nivel donde las cosas de la vida se ven mucho más livianas, menos “espesas”; han dejado normas de conductas, máximas, consejos, tratados, en fin, múltiples escritos donde, curiosamente, todos coinciden en un mismo punto, en el de que es el hombre el que tiene que trabajarse a sí mismo para conseguir ese estado.
Ahora es la ciencia médica la que nos ratifica o confirma que, efectivamente, todos tienen razón, que ser optimistas y positivos nos alarga la vida,…¡Claro que sí! El optimismo y la felicidad es el estado que continuamente está buscando el hombre,…pero conseguirlo es difícil, puesto que nuestro concepto de la felicidad en nuestro mundo actual, basado en la consecución de bienes materiales, honores, riquezas y además hay que conseguirlo a toda costa, cueste lo que cueste, y pese a quien pese; hay que tenerlo todo…y desgraciada o afortunadamente esto no es posible para nosotros; es entonces cuando vienen las depresiones y las tristezas, porque no entendemos por qué aquél tiene más que yo, o es mejor, etc., etc.
¿Cómo conseguir este estado de forma continua? Está claro que de golpe, diciendo o pensando “voy a ser optimista” no se puede; conseguirlo lleva tiempo, años…quizás vidas, si tenemos en cuenta la teoría de la reencarnación o metempsicosis, que explica Platón en su Timeo; es un aprendizaje, un auto-conocerse y cambiar hábitos psicológicos, de forma que el concepto de felicidad sea el de tener auténticos amigos, ayudar al que lo necesita, compartir, en definitiva no ser egoístas, todo lo contrario, ser y practicar la generosidad. Aristóteles decía, por ejemplo, en su Moral a Nicómaco, que la felicidad no es enviada por los Dioses, sino que es obtenida por la práctica de la Virtud mediante largo aprendizaje.
La vida es sólo un tránsito, y se viene a ella sólo por un tiempo, donde debemos aprender a convivir entre nosotros, a compartir sueños, esperanzas, ilusiones, amores maternales, filiales, de pareja, y todo lo que nos pasa la mayoría de las veces sucede por nuestra causa, es ilógico que además estemos tristes, es mejor ver las cosas desde un punto de vista filosófico y aprender que pasa para nuestro bien, lo malo y lo bueno; recoger las enseñanzas, siempre positivas, de lo que nos sucede y seguir adelante mejorando nuestros hábitos de conducta.
Conchi Aragón
Todos los sabios y filósofos de la antigüedad han teorizado acerca de la felicidad , del ser positivos y optimistas; han dejado numerosos libros de cómo encontrar esta felicidad, de cómo hacerla nuestra, de cómo vivir ese estado de bienestar interior que hace que elevemos nuestra conciencia hasta un nivel donde las cosas de la vida se ven mucho más livianas, menos “espesas”; han dejado normas de conductas, máximas, consejos, tratados, en fin, múltiples escritos donde, curiosamente, todos coinciden en un mismo punto, en el de que es el hombre el que tiene que trabajarse a sí mismo para conseguir ese estado.
Ahora es la ciencia médica la que nos ratifica o confirma que, efectivamente, todos tienen razón, que ser optimistas y positivos nos alarga la vida,…¡Claro que sí! El optimismo y la felicidad es el estado que continuamente está buscando el hombre,…pero conseguirlo es difícil, puesto que nuestro concepto de la felicidad en nuestro mundo actual, basado en la consecución de bienes materiales, honores, riquezas y además hay que conseguirlo a toda costa, cueste lo que cueste, y pese a quien pese; hay que tenerlo todo…y desgraciada o afortunadamente esto no es posible para nosotros; es entonces cuando vienen las depresiones y las tristezas, porque no entendemos por qué aquél tiene más que yo, o es mejor, etc., etc.
¿Cómo conseguir este estado de forma continua? Está claro que de golpe, diciendo o pensando “voy a ser optimista” no se puede; conseguirlo lleva tiempo, años…quizás vidas, si tenemos en cuenta la teoría de la reencarnación o metempsicosis, que explica Platón en su Timeo; es un aprendizaje, un auto-conocerse y cambiar hábitos psicológicos, de forma que el concepto de felicidad sea el de tener auténticos amigos, ayudar al que lo necesita, compartir, en definitiva no ser egoístas, todo lo contrario, ser y practicar la generosidad. Aristóteles decía, por ejemplo, en su Moral a Nicómaco, que la felicidad no es enviada por los Dioses, sino que es obtenida por la práctica de la Virtud mediante largo aprendizaje.
La vida es sólo un tránsito, y se viene a ella sólo por un tiempo, donde debemos aprender a convivir entre nosotros, a compartir sueños, esperanzas, ilusiones, amores maternales, filiales, de pareja, y todo lo que nos pasa la mayoría de las veces sucede por nuestra causa, es ilógico que además estemos tristes, es mejor ver las cosas desde un punto de vista filosófico y aprender que pasa para nuestro bien, lo malo y lo bueno; recoger las enseñanzas, siempre positivas, de lo que nos sucede y seguir adelante mejorando nuestros hábitos de conducta.
Conchi Aragón