sábado, 18 de octubre de 2008

La intimidad en la sociedad de la información

Resulta arriesgado hablar hoy del pudor cuando la sociedad hace gala de haberlo superado y predomina la retórica de la explicitación total, el decirlo todo y a voz en grito, el desenfado para hablar de lo íntimo y personal. Se sostiene que lo no espontáneo es falso, calculador e hipócrita. Si a esta lógica unimos la muy en boga moral de la autenticidad, resultará que lo reflexivo y voluntario será siempre hipócrita y falso.

 Podríamos redefinir el pudor  como la tendencia y el hábito de conservar la propia intimidad a cubierto de los extraños. Así se dice que una persona carece de pudor cuando manifiesta en público situaciones afectivas o sucesos autobiográficos íntimos. Es que la intimidad puede quedar protegida o desamparada en función del lenguaje, del vestido y de la vivienda. Se da una proyección espacial de la propia intimidad en la casa y en la propia habitación. Y el cuerpo, si bien no es la proyección espacial de la intimidad tampoco es algo meramente neutro y yuxtapuesto, puesto que yo soy también mi propio cuerpo. El pudor más que natural o cultural es estricta y genuinamente personal: "el pudor es el modo como una persona se posee a sí misma y se entrega a otra concreta".

 Muchos consideran obsesiva y malsana toda discreción. Sin embargo, una manifestación exagerada o indiscreta puede ocultar lo esencial. Una excesiva visibilidad acaba por hacer opaca a una persona o una situación. Es como si la auténtica personalidad quedase por completo oscurecida precisamente por la luz de los reflectores que les enfocan sin cesar. Máscaras vacías, tras lo cual no hay ningún rostro. Hay modos de exhibición de la realidad personal que en vez de desvelar un sentido acaban por banalizarlo y ocultar su verdad profunda. Mecánica fatal que reduce el sujeto a objeto, las personas a cosas.

 Hoy existe una obsesión por "sacar a la luz", por "revelar", por "hacer al fin público" realidades que requerirían una saludable penumbra para poder sostener, hasta en lo malo, la propia dignidad. Pareciera que no hay perversión, retorcimiento o vicio que no requiriera ser expuesto al público, desdramatizado y homologado.

 Cuando George Orwell acuñó la expresión "El Gran Hermano" en su novela 1984, quería subrayar lo espantoso de un régimen totalitario que aplasta a las personas al someterlas a un despiadado control visual.

 Todos sabemos que las torturas policiales se desarrollaban dejando al detenido completamente desnudo, ya que esa desnudez le dejaba más que en ningún otro momento preso de su enemigo.

 En los campos de concentración, la desnudez era utilizada psicológicamente como método de recordar la sumisión al verdugo.

 Ahora el reality ha creado, bajo la forma de espectáculo, un pequeño campo de concentración en donde las personas se despojan de toda intimidad, y reducidas al rango de ratón de laboratorio, son objeto de incesante observación dentro de una caja de cristal transparente. Flujos íntimos y conversaciones triviales obtienen un éxito masivo. Lejos de constituir el último tabú de una mentalidad superada, el pudor, ayer instrumento de inculcación de una moral represiva, pudiera ser hoy, DESDE OTRA FORMULACIÓN el signo indeleble de la dignidad de toda persona.

En este sentido, se produce una reversión desde el poder, si anteriormente se producía una histeria colectiva ante la exposición del cuerpo, de manera que su exposición era un símbolo de libertad, ahora esa misma exposición generalizada y casi omnipresente se maneja desde el poder con el eufemismo de “vence el pudor” o “vence tus prejuicios” con unas intenciones quizá  no tan alejadas de la desnudez en las comisarias o en los campos de concentración, ..en otro trabajo veremos por qué…

 Es curioso como cada vez más, las protestas obreras se simbolizan desde la desnudez: mineros, bomberos, o estudiantes, que sí están recibiendo correctamente esta situación.

 Si la libertad para mostrar el cuerpo era signo de rebeldía ante una moral represiva y un derecho de autoafirmación personal, la libertad de preservar la propia intimidad es aún más , ya que si escandalosa era la falta de libertad para mostrar el propio cuerpo, ¿no lo es tan o incluso más, la sobredimensionada inducción a  prescindir de ella? ¿pero, que es lo que obtiene a  cambio el biopoder cuando dice a sus subditos : “Gozad,”?

 Veamos…. ¿Se resistirá mucho ese ciudadano desprovisto de “prejuicios” ante una cámara de videovigilancia en la calle?. ¿Se resistirá mucho ese ciudadano que muestra cualquier faceta suya ante el simple hecho de que lo vea una cámara mientras trabaja?.¿Tan extraño verá ese ciudadano que un Agente de la Ley y el orden golpee de una patada su casa?

 ¿Se resistirá ese ciudadano a controles de salud mental periódicos como se estila ya en diversas multinacionales americanas?

 ¿A qué te resistirás una vez que lo has mostrado todo?

 Si la clave en el periodo de libertad sexual era el DERECHO A DECIDIR, ese mismo derecho, en sentido contrario, es el que se apresta ahora..no?

 Me da mucho más miedo el desnudo obligatorio, que la censura esquizoide –e infantil-de Franco.

 SANI.

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