sábado, 28 de junio de 2008

Vida y sacrificio


El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua nos dice que Sacrificio es:
(Del lat. sacrificĭum).
1. m. Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación.
2. m. Acto del sacerdote al ofrecer en la misa el cuerpo de Cristo bajo las especies de pan y vino en honor de su Eterno Padre.
3. m. Matanza de animales, especialmente para el consumo.
4. m. Matanza de personas, especialmente en una guerra o por una determinada causa. La revolución supuso el sacrificio de miles de vidas.
5. m. Peligro o trabajo graves a que se somete una persona.
6. m. Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.
7. m. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor.
8. m. coloq. Operación quirúrgica muy cruenta y peligrosa.
~ del altar.
Las dos primeras acepciones nos hacen referencia al sacrificio dentro del ámbito religioso y se trata de una ofrenda o acto que se realiza dentro de un rito.
En las siguientes acepciones encontramos alusión a matanzas de animales y personas, y las más cotidianas hacen referencia a peligros, trabajos graves, acciones repugnantes y actos de abnegación. Según esta forma de verlo, un sacrificio resulta ser algo que hay que pensárselo varias veces antes de hacerlo. Si nos centramos en lo que implica hacer sacrificios, más que en el para qué se hacen sacrificios, no sorprendería el que alguien se niegue a hacerlos.
Es frecuente escuchar a personas decir en actitud victimista: “¡Yo me he sacrificado mucho para conseguir lo que tengo!” o “Para conseguir eso hay que hacer muchos sacrificios”. Pero ¿Qué es lo que mueve a las personas a hacer sacrificios?.
Para dar forma a la idea que quiero plantear, necesito hacer referencia a la definición etimológica de la palabra que nos ocupa:
Se piensa que la palabra Sacrificio viene de sacro oficio; pero etimológicamente viene del latín sacrum facere, que significa “Hacer algo sagrado mediante un acto o acción sagrada”, “Ofrecer una cosa a Dios, haciéndola así sagrada, es decir, consagrándola”. El adjetivo sacrum viene del verbo latino sancire, del que se deriva también la palabra sanción, y significa “consagrar”, “sancionar”, “hacer inviolable o invulnerable”, “convertir en sacrosanto”.
De esta manera podemos decir que toda persona que hace sacrificios hace sagrado el objeto de su sacrificio y cada uno de sus actos son sagrados. Lo que le lleva a hacer esos actos es el deseo de consagrar algo que para ella es importante. De ahí que sea capaz de realizar y soportar actos como los que describen las definiciones del diccionario.
La vida nos da oportunidad de escoger las cosas que son importantes para cada uno de nosotros y es nuestro deber hacer de ellas algo digno de realizar actos que nos elevan, que nos enaltecen, que nos consagran. Así; toda vez que hacemos sacrificios por nuestra propia vida, la consagramos; toda vez que hacemos sacrificios por otras personas, las consagramos; toda vez que hacemos sacrificios por una obra, la consagramos.
Los padres sabrán y entenderán lo que es hacer sacrificios por sus hijos; así como también, toda persona que ame y toda persona entregada a una obra u oficio.
Juan Carlos loreto

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